A 45 años del golpe, la memoria no hace cuarentena, por Claudio Altamirano

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Este año se cumple el 45 aniversario del último golpe de Estado que derrocó al gobierno constitucional de María Estela Martínez de Perón y dio comienzo a una dictadura que se extendió durante más de siete años. Estamos en el marco de una pandemia, en tiempos donde prevalece en las redes sociales información construida de manera deliberada para distorsionar la realidad y obtener una modificación en el curso de acontecimientos políticos, sociales o económicos y donde los medios de comunicación propagan información que surge a partir de un dato falso, con interés de espectacularización o desinformación para formatear el sentido común. Los acontecimientos del pasado no están ajenos a estos procesos: habitan en estos espacios personajes que influyen y son capaces de marcar tendencia con publicaciones negacionistas del Holocausto y reivindicativas del terrorismo de Estado. 

¿Qué podemos hacer en las escuelas para que nuestros estudiantes puedan acceder a las herramientas y conocimientos que les permitan trascender estos sentidos y percepciones y construir conciencia crítica? Las redes sociales juegan un papel clave en el actual mundo digital. Se hace necesario por consiguiente introducirlas como objeto de estudio e intervención pedagógica. El acceso a internet y a dispositivos informáticos, implica un requisito esencial para acceder a derechos como la educación, la información, la cultura y la conexión con otras personas. Como ciudadanos debemos exigir que el Estado garantice este acceso a todas y todos, sobre todo, a los sectores más desfavorecidos. De esta manera, se generan condiciones igualitarias para que los estudiantes de la Generación Z y Alfa y sus instituciones educativas puedan compartir conocimientos, intercambiar proyectos y trabajar en equipo vinculados al estudio de las graves consecuencias económicas, sociales y políticas de la última dictadura militar. Así, afianzaríamos la defensa de la vigencia de los derechos y las garantías establecidas por la Constitución Nacional, y del régimen político democrático. 

Tenemos en la etapa pre-pandemica una gran experiencia acumulada que interesa subrayar. Tras la reapertura de las instituciones democráticas fueron las políticas educativas las que propusieron promover, desde el ámbito público, el estudio de nuestro pasado reciente. La Ley de Educación Nacional N° 26.206 estableció como prioritario promover una educación de calidad lo que implica también formar ciudadanos responsables que ejerzan su libertad con plenitud y sentido, valoren y promuevan los derechos humanos, y puedan desarrollarse de manera igualitaria. En los diseños curriculares, se propuso el abordaje de diversas temáticas vinculadas a los derechos humanos y a su historia, al estudio del pasado reciente y a la formación ética y ciudadana. Las instituciones educativas se constituyeron como un espacio sustantivo de transmisión de conocimientos en los distintos niveles y modalidades del sistema educativo. Los docentes cumplieron un rol central en la preservación de la memoria impulsando proyectos de investigación sobre las memorias del terrorismo de Estado y la ampliación de derechos. A través de innovadoras experiencias educativas, invitaron a sus alumnos/as a reflexionar sobre el valor de los derechos humanos. Visitas a sitios de Memoria, presencia en las audiencias públicas y orales en los juicios por crímenes de lesa humanidad formaron parte de estrategias educativas donde los estudiantes fueron los protagonistas y los verdaderos sujetos de estas experiencias. La participación activa de los jóvenes en los centros de estudiantes marcó la plena vigencia de los valores democráticos en la vida escolar. Fechas conmemorativas como el Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia, Día de la Afirmación de los Derechos Argentinos sobre las Malvinas, Islas y Sector Antártico y Día de los Derechos de los Estudiantes Secundarios contribuyeron a la formación de una mirada crítica y plural sobre un pasado conflictivo, elemento central de la formación ciudadana y la promoción de una cultura democrática. La escuela generó espacios para pensar, actualizó la memoria y proyectó la historia, renovando los sentidos y ayudando a comprender el pasado para construir el futuro desde el pleno ejercicio de nuestra ciudadanía. Un hito fue, sin dudas, las visitas a las escuelas de las Abuelas y Madres de Plaza de Mayo, y también las de Nietas y Nietos, que abrieron su corazón frente a estudiantes de todas las edades, en experiencias pedagógicas que complementaron lo aprendido en clase con el relato en primera persona de los referentes de Derechos Humanos.“Sueño encontrar a mi nieto…para abrazarlo, para que sepa cómo eran su papá y su mamá y sus abuelos”, dijo Estela Carlotto en una escuela en la cual años después celebraría ese anhelado reencuentro. En estas propuestas educativas deben encontrarse los indicios de la alta valoración que los jóvenes tienen de la democracia como forma de gobierno del Estado. El 24 de marzo es una fecha significativa para toda la sociedad y, en particular, para la escuela. Como educadores, reafirmaremos nuestra obligación de acompañar a nuestros estudiantes en la construcción y mejora de su presente y en su formación para el futuro.Nuestra tarea siempre será vislumbrar, con todas las herramientas a nuestro alcance, la construcción y distribución social del conocimiento ampliando los horizontes de producción y organización para lograr una sociedad más justa, libre e igualitaria.