La historia de los refranes: ‘El que no corre, vuela’

0
324

TÉLAM

El que no corre, vuela

He aquí un refrán que necesita una aclaración desde el vamos: No siempre el que vuela en vez de correr hace las cosas bien… ¡Y no! Porque este dicho -milenario y de origen incierto- llama a la motivación, a que no hay que dejar escapar las oportunidades que nos presenta la vida.

Pero advierte que, cuando hay un interés de por medio, algunos se adelantan para conseguirlo primero o aprovechan al máximo las circunstancias, lo que no los hace necesariamente mejores… Claro, por eso la frase se usa mucho para alentar y animar a otros de modo que no pierdan las oportunidades o no se queden atrás. O sea: recomienda no dor-mir-se, porque luego… será tarde… ¡Y sí!

En las runflas políticas, por ejemplo, a los que corren les pasan por encima los que vuelan… ¿Y los que simplemente caminan? ¡Se hunden!…

El filólogo mexicano Herón Pérez Martínez exalta a los refranes por ser “expresiones pequeñas, concisas por lo bien acuñadas, agudas porque encapsulan situaciones, y al andar de boca en boca funcionan como pequeñas dosis de saber aprendidas”…

¡Y es verdad! También que en este refrán, como en tantos otros, los animales prestan su ayuda para captar el sentido con más precisión. Aquí se intenta describir las diferentes mañas, actitudes, posturas y acciones de esas personas, comparándolas con dos cualidades o atributos básicos de animales, como lo son el correr y el volar…

“El que no corre… vuela” se llamó una película mexicana de 1982; allí, María Nicolasa, campesina de un pueblo remoto, viaja a México DF para ver a un diputado de su mismo lugar para contarle que le han robado sus tierras, porque nadie “va a hacer por mí lo que yo no hago, menos si está a mi alcance y paso por desaprecibida”… ¡Cántaselo, madrecita, cántaselo!…