Vacunación infantil: Marcó el mayor descenso de la última década

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Antes de la introducción de la vacuna, en 1963, el sarampión causaba la muerte de alrededor de 2,6 millones de personas por año, la mayoría, chicos. En 2021, esa cifra había caído a 128.000.

Probablemente no hay argumentos más elocuentes que números como estos para transmitir la importancia de las vacunas. Sin embargo, un nuevo informe sobre El Estado Mundial de la Infancia que este miércoles presenta Unicef, revela un descenso alarmante de las cifras de vacunación global en la última década. En particular, América Latina y el Caribe pasó de tener una de las tasas de vacunación infantil más altas del mundo a una de las más bajas. 

Entre otras, la cobertura de la tercera dosis de la vacuna contra la difteria, el tétanos y la tosferina (DTP3) entre menores de un año cayó un 18% (desde el 93% en 2012 al 75% en 2021). “Se trata de la tasa de vacunación de rutina más baja de la región en casi 30 años, lo que sitúa a América Latina y el Caribe por debajo de la media mundial (81%) y justo por delante de África Oriental y Meridional (74%)”, afirma la entidad internacional en la presentación del documento. 

Según las últimas estimaciones de la Organización Mundial de la Salud y Unicef, el retroceso de América Latina y el Caribe en materia de inmunización deja a 2,4 millones de chicos –uno de cada cuatro menores de un año– desprotegidos frente a enfermedades prevenibles por la vacunación. Más de 1,7 millones son “cero dosis”; es decir, que nunca recibieron una vacuna, algo tres veces más probable entre los de hogares más pobres. 

“Durante muchos años, América Latina y el Caribe registró una de las tasas de vacunación infantil más altas del mundo. Ahora presenta una de las más bajas. Esta es una de las crisis de vacunación infantil más graves que la región vio en casi tres décadas –dice Garry Conille, Director Regional de Unicef para América Latina y el Caribe en la comunicación–. Enfermedades como la difteria, el sarampión y la poliomielitis, que antes se creían eliminadas en muchos países, están reapareciendo en toda la región, poniendo en peligro las vidas de los más marginados y el bienestar de todos”. 

Comenta la infectóloga Florencia Cahn, presidenta de la Sociedad Argentina de Vacunología y Epidemiología: “Es una tendencia que se viene observando desde antes de la pandemia y después empeoró”. 

“Desde 2010 venían bajando las coberturas en todo el mundo por diversas razones –explica Mirta Roses, Directora Emérita de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), especialista en infectología, epidemiología y salud pública, e integrante de la Comisión Nacional de Inmunizaciones–: reticencia a los pinchazos y vacunas en menores de un año, relajamiento de pediatras y enfermeras, docentes de nuevas generaciones que dejan de exigir el certificado por ausencia y desconocimiento de enfermedades controladas (lo que no se ve deja de existir como peligro), redes sociales con fake news e influencers con información distorsionada que ya fue rebatida con anterioridad…Pero la pandemia agravó la situación y se perdieron oportunidades por muchos factores: confinamiento, desvío de personal de salud a atender la emergencia, ausencia de personal de salud por haber adquirido Covid o por precaución, sobresaturación, prioridad para la inmunización contra el SARS-CoV-2 en transporte, logística, almacenamiento, suministros…” 

Según la especialista, lo mismo que se constata en la región ocurre en la Argentina. “Por eso la campaña de triple viral + polio, que comenzó en diciembre y se extenderá hasta el fin de abril, logró solo un 75% de cobertura cuando deberíamos tener más del 90%”, afirma. 

Aunque los brotes de sarampión y difteria en países de distintas regiones están poniendo el tema nuevamente sobre el tapete, el fenómeno preocupa y será tema de discusión en la Comisión Nacional de Inmunizaciones local. 

Para la entidad internacional, el descenso de la vacunación infantil en América Latina y el Caribe puede deberse a múltiples factores. Por un lado, los desastres naturales, la violencia, la urbanización, la inestabilidad y la migración contribuyeron al aumento de la desigualdad. La reducción de la inversión en salud en algunos países dejó a las comunidades marginadas con un acceso limitado a servicios de atención primaria de salud de calidad. La pandemia de COVID-19 exacerbó estos retos, interrumpiendo la vacunación infantil debido a las intensas demandas en los sistemas sanitarios y a las medidas de confinamiento en el hogar. En los últimos años, hay también signos de una disminución de la confianza en la vacunación en algunos países de la región. 

El informe destaca que la vacunación no solo salva vidas, sino que también es una estrategia probada para reducir los costos futuros de la atención sanitaria y apoyar el crecimiento económico. La vacunación genera un fuerte retorno de la inversión: hasta US$26 por cada US$1 invertido. 

“Con uno de los mejores historiales de vacunación infantil, América Latina y el Caribe no tiene excusas. Hace 10 años, esta región demostró que podía proteger a los niños y niñas de enfermedades potencialmente mortales. No hay ninguna razón por la que no podamos volver a hacerlo ahora, con más conocimientos, capacidad y recursos”, afirmó Garry Conille. 

Lo que hay que saber: 

1 de cada 5 chicos del mundo no recibieron ninguna dosis de vacuna (son “cero dosis”) o recibieron menos que las que les correspondían dejándolos vulnerables a una serie de enfermedades prevenibles. 

Alrededor de 1 de cada 5 no tienen ninguna protección contra el sarampión. 

Alrededor de 7 de cada 8 chicas elegibles no están vacunadas con el virus del papiloma humano (HPV), que puede causar cáncer cervical. 

Las vacunas salvan 4.4 millones de vidas por año. 

Para recuperarse del retroceso y reducir el número de chicos “cero dosis” en América Latina y el Caribe, Unicef hace un llamamiento a gobiernos y sistemas sanitarios para que: 

Se identifique y vacune urgentemente a todos los chicos y chicas, especialmente a los de hogares más pobres, indígenas y afrodescendientes que no fueron vacunados. 

Se dé prioridad a la financiación de los servicios de vacunación y atención primaria de salud. 

Se invierta en personal de salud, innovación y producción de suministros de vacunas en la región. 

Se refuerce la demanda de vacunas, fomentando la confianza, entre otras estrategias.