“Suena bien.” ¿Cómo te sentirías si invitaras a un amigo a cenar y te respondiera con este mensaje, incluido el punto final? ¿Estarías ofendido? ¿Y qué pasaría si la contestación fuera “suena bien” o “suena bien!”. ¿Cambiaría algo?
Según la lingüista de internet Gretchen McCulloch, cada vez más personas consideran groseros los mensajes con un punto final, algo que tiene que ver con la forma en la que utilizamos WhatsApp y Facebook Messenger. “Si sos joven y estás escribiendo a alguien, por defecto mandarás un mensaje por idea”, argumenta.
“Como lo más normal es usar los mínimos caracteres necesarios, cualquier otro símbolo adicional puede dar lugar a una interpretación distinta”, sostiene McCulloch en una nota que publica BBC Mundo.
Según un estudio de la Universidad de Binghamton, de EEUU, en el que participaron 126 estudiantes, “los mensajes de texto que terminaban con punto final eran percibidos como menos sinceros que el mismo mensaje sin el punto”.
McCulloch explicó que en cualquier tipo de comunicación humana, el punto final va acompañado de una bajada de la voz para indicar que es el final de una oración, además de tener connotaciones de formalidad o seriedad. Por ende, colocarlo en un mensaje de WhatsApp “puede estar bien, si el mensaje es serio”. Los malos entendidos surgen cuando “enviás o recibís un mensaje positivo con la seriedad del punto final, ya que esa yuxtaposición crea la sensación de un mensaje pasivo-agresivo”.
Por su parte Erika Darics, profesora de lingüística en la Universidad de Aston, en Birmingham Inglaterra, dice que todo tiene que ver con el contexto. “Si vos y tus amigos no suelen usar puntos al final de una oración en un grupo de WhatsApp y luego alguien lo hace, probablemente esté tratando de decir algo sobre cómo se siente”, aclara.
Para Darics, la edad de la persona y la frecuencia con la que usa la aplicación de mensajería influyen en el uso del punto final, por ejemplo es más factible que los jóvenes lo omitan.
A la vez, la mensajería online también obliga a las personas a desarrollar nuevas formas de transmitir emoción sin el uso del lenguaje corporal o el tono de voz, lo que se reemplaza con un emoji.
“Los emojis aumentan la conciencia del lenguaje y pueden ayudarnos a comprender las sutilezas en otros tipos de comunicación, como la política o la propaganda, además de fomentar la creatividad ligüistica”, sostiene Darics.
