Massa apenas hilvanó el “Plan Veremos”

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Sin la letra chica aún y con razonable ortodoxia al menos en los anuncios, aunque tratando de que no se note demasiado que ése es el remedio elegido, Sergio Massa puso primera y salió a marcar la cancha, con el estilo que siempre se le ha reconocido, el de querer llevarse todo por delante. Pese a la audacia, esta vez le faltó punch porque probablemente tuvo poco tiempo para armar un equipo más coherente después de muchos rechazos y antes de presentar un Plan integral sólo dejó esbozos de aquello que quiere hacer.

Para evaluar la situación al completo hay que mirar la misma moneda desde sus dos caras: el actual momento político que vive el oficialismo y el estrictamente económico que no se puede escindir porque hasta acá se llegó en gran parte como resultado, corregido y aumentado, de las vetustas ideas que llevaron a la declinación de la segunda presidencia de Cristina Kirchner por lo que perdió las elecciones, cuando ya él la había abandonado.

Para evaluar el contenido en ambos planos está la opinión pública que vio cómo el nuevo ministro habló de cosas que en general no le llegan por ser demasiado técnicas y poco y nada de los problemas de todos los días, los precios y la plata que escasea, por ejemplo. Seguramente, a la ciudadanía de a pie no le alcanzó ni para empezar a cambiar la opinión negativa que tiene sobre la imagen de Massa y menos con el show de festejo que los flacos bolsillos de la sociedad no convalidan.

En tanto, en el mundo empresario y el de las finanzas, los llamados mercados –que también votan todos los días- se observó que el discurso inaugural fue un cúmulo de buenas intenciones, bastante orientadas a seguir los lineamientos del Fondo Monetario, pero configurado con una alta dosis de voluntarismo. Creen que el Plan “vamos viendo” ha sido reemplazado ahora por otro del mismo estilo, pero de promesas fáciles que, ante cada consigna que expresó el ministro, han bautizado socarronamente “veremos… veremos”.

Por supuesto que valoran que él quiera encorsetar el déficit, sus promesas de congelamiento del Estado, de no emisión monetaria y que no haya hablado de control de precios, pero no creen que la política le permita finalmente esos contrasentidos con la religión kirchnerista. La revisión de los planes sociales será algo de mucha pulseada, mientras que el tema del fin de los subsidios borrados a quienes no respeten un consumo responsable en luz, gas y agua fue lo que más gustó, Por allí se puede suturar bastante el agujero fiscal.

Pero los agentes del mercado también saben que los dólares que van a llegar están en borrador y que se deberá contratar con usureros, la única forma que la Argentina consiga dinero hoy en día. Tampoco hay nada concreto con la gente de campo, salvo que el nuevo secretario de Agricultura, Juan José Bahillo, les pidió que identifiquen su pertenencia política, un mal augurio para sentarse a la mesa de negociación que llamó Massa, mientras que las reuniones con los empresarios y los sindicalistas serán la semana próxima.

Si se hace eje en el costado político, se observa que el ministro se ha impuesto de momento al Presidente y a la vice y que, en su embale, se ha colocado por encima de los dos, ambos deprimidos aunque por motivos diferentes: el primero, por su mal desempeño y la segunda, por los graves problemas judiciales que la aquejan, potenciado ahora por los whastsapp de José López que la involucran. Ya los fiscales habían probado en el juicio por sobreprecios y digitación de obras de Vialidad en Santa Cruz –la mayor parte abandonadas en el revoleo final- a favor de Lázaro Báez, por lo cual el argumento de la “falta de pruebas” sólo se hizo correr desde el kirchnerismo para meterle dudas a quienes no saben bien cuáles son los procedimientos.

La depresión de ambos se manifestará seguramente hasta el momento en que uno o los dos logren recuperarse y le empiecen a meter zancadillas al ex diputado, un juego típico de la política que en el peronismo se agrava porque allí siempre hay un sólo líder. A la inversa, como Massa tiene hoy transitoriamente los atributos del mando seguramente querrá impedir –ya se verá con qué métodos- que se aparten del bajoneo. Así y todo, Cristina no le dio nada en Energía, su pedido de última hora. La opinión pública los tiene en el subsuelo a los tres y será peor porque en mal momento se están mirando al espejo cuando deberían atender los padecimientos de todos.

La triste fotografía que muestra el abatimiento presidencial, ubicado en la otra punta de un Massa exultante, al que sólo le faltó levantar los brazos al estilo Juan Perón, fue una de las postales políticas que dejó la jura del cuasi primer ministro. El segundo momento clave del acto de asunción, por más que él hizo desesperadas señas con su dedo en modo limpiaparabrisas para frenarlos, fue cuando se vio a las huestes del Frente Renovador, junto a Malena Galmarini, en medio de un risueño pogo en el Museo del Bicentenario, algo que el kirchnerismo seguramente facturará y augura cortocircuitos, ya se verá en cuanto tiempo.