Otra grieta en la Iglesia por la traducción del Padre Nuestro

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El rezo del “Padre Nuestro” en castellano nunca le acarreó dudas al creyente. Según la fórmula tradicional de una de sus líneas (“y no nos dejes caer en la tentación”), quedaba claro que no era Dios quien podía desviarnos del camino de la virtud ya que esa es tarea específica del Maligno. Lo mismo el francés (“et ne nous laisse pas entrer en tentation”), lo mismo el portugués (“e não nos deixeis cair em tentação”). Sin embargo, no es eso lo que reza la principal oración de la liturgia cristiana en inglés: “Lead us not into temptation”, es decir, “no nos lleves a la tentación”, al igual que en alemán (“Und führe uns nicht in Versuchung”), y al igual que, sorprendentemente, el italiano, la lengua de Roma en cuyo corazón reside el Vaticano (“e non ci indurre in tentazione”). Según esta forma, es el Padre, y no el Demonio, quien puede llevar a la tentación al Hijo.

Desde sus primeros tiempos en la cátedra de San Pedro, Francisco se propuso modificar esta versión del Padre Nuestro y unificarla en un mismo sentido, el que tiene en español y francés, en todas las lenguas. Y esto es lo que acaba de aprobar la asamblea general de la Conferencia Episcopal, y aparecerá en la tercera edición del Messale Romano, el libro litúrgico que contiene los textos oficiales de la misa en la Iglesia Católica.

Francisco no es el primer Papa que modifica la traducción tradicional del Padre Nuestro. Juan Pablo II había pedido unificar, en las distintas lenguas, la línea que dice “Perdónanos nuestra ofensas así como nosotros perdonamos a los que nos ofenden” (cuando antes se decía “Perdona nuestras deudas así como nosotros perdonamos a nuestros deudores”); sin embargo, el cambio que se introduce ahora será mucho más resistido, por razones teológicas (y, ya que estamos, políticas), en el catolicismo inglés.

El clero y los estudiosos bíblicos ya han manifestado sus reparos para cambiar a “do not let us fall into temptation”. Hace dos años, cuando Francisco señaló que “somos nosotros los que caemos en la tentación y no Dios quien nos desvía a ella”, Meredith Warren, especialista en estudios religiosos en la Universidad de Sheffield, dijo: “Lo que quiere el Papa es eximir a Dios de esa responsabilidad, pero al proceder así no sólo pasa por alto muchos ejemplos bíblicos en los que Dios colabora con el diablo para tentar al hombre, e inclusive a su propio Hijo, sino que la nueva versión va en contra del significado literal de los textos de los Evangelios en griego.

Ese es el punto donde seguramente se debatirá más, porque la versión en latín, la misma que se rezó durante siglos antes de que la Iglesia empezara a celebrar la misa en lenguas romance, también coincide con la versión inglesa: “et ne nos inducas in tentationem”. Y esto proviene de un complicado verbo griego, “eifero”, que puede entenderse de ambas formas. El Papa sólo la entiende de una: “La expresión original griega”, dijo “es difícil de traducir de manera exacta, y todas las traducciones modernas son imperfectas. Pero si hay algo de lo que podemos estar seguros es que, más allá de cómo se comprenda el texto, debemos excluir a Dios de la misión de tentar al hombre”.

Sin embargo, ni siquiera en esto coinciden los católicos de lengua inglesa, quienes aprovechan hasta la gramática para enfrentar al Papa argentino. La Iglesia en Inglaterra y Gales dijo que no tiene planes inmediatos de cambiar el texto de la oración. “Los italianos ya cambiaron el Padre Nuestro a pedido del Pontífice, pero en nuestra Iglesia no creemos que lo vayamos a hacer en lo inmediato”, señaló un vocero. Los anglicanos se han mostrado más intransigentes: allí se admite el rezo en las formas antigua y contemporánea, pero en ambos casos se dice “no nos lleves a la tentación”. Si a la Iglesia, tan castigada en los últimos años por tantos escándalos y enfrentamiento le hacía falta otro, ahora tiene el de los traductores.

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