“Villarruel es otro límite que se le impone a Milei”

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No importa la capacidad del vaso. Inexorablemente llega el momento en que una ínfima gota hace que derrame su contenido. De allí que se utilice esta imagen para graficar la paciencia, que por más amplia que sea, en algún instante y por algún motivo se extingue. Por ejemplo, en el caso de las rupturas de sociedades… o de parejas. Los divorcios suceden porque una gota derramó eso que estaba retenido.

Pero no solo existen divorcios en el íntimo ámbito del estado civil de las personas. También ocurren en las alianzas políticas. La Argentina ostenta una abundante historia de quiebres entre presidentes y sus vicepresidentes. Y parece ser que la dupla que actualmente conduce los destinos del país -Javier Milei y Victoria Villarruel- escribirá su propio capítulo en ese historial. Al menos eso permiten suponer los últimos acontecimientos que tienen a ambos como protagonistas.

El primer chispazo se manifestó en un comunicado de la Oficina del Presidente que, en esencia, desautorizaba a la vicepresidenta y titular del Senado, por haber convocado a una sesión para tratar el Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) 70/23, que derogaba o modificaba más de 300 leyes. Villarruel citó a sesión y el cuerpo rechazó el DNU. Cuando salió aquel comunicado, usuarios de redes sociales que se reivindican mileístas salieron a pegarle duro a Villarruel. Pese a que el Gobierno precisó que se cuestionaba a la oposición -el Presidente dijo que el cañonazo estaba dirigido a la casta-, el daño ya estaba hecho.

Días después se mostraron juntos en un acto. Pero luego, Villarruel cuestionó el proyecto de reforma de la Ley de Seguridad Interior, promovido por la Casa Rosada. La iniciativa faculta a las Fuerzas Armadas (FFAA) a actuar en ciertos delitos. “La función de las FFAA no es combatir a civiles; (y) el narco es un civil para el derecho”, había dicho Villarruel.

Nada nuevo
Si tomamos los últimos 40 años -lapso transcurrido desde el retorno de la democracia, y un grueso período de la vida del país-, se advierte que en todos los Gobiernos que se sucedieron desde 1983 se produjeron cortocircuitos, más o menos importantes, entre quienes ocupaban estos dos cargos (Ver: “Desde 1983 son habituales…”).

“La tensión entre presidente y vicepresidente no es nueva. Es inherente a un espacio en el cual se está a tiro de una crisis o de una desgracia para acceder al cargo más importante de la República. Entonces, siempre hubo tensiones en la fórmula; casi desde el surgimiento, salvo alguna excepción”, contó el politólogo y consultor Luis Karamaneff -integrante del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) y docente de la Universidad Nacional de San Martín-.

Pero más allá de que se trate de algo habitual, en la tirantez entre Milei y Villarruel Karamaneff encuentra algo particular. “Llama la atención que se muestra a 100 días de haber iniciado en el cargo. Es toda una novedad”, señaló. Y aportó una explicación al fenómeno. “Me parece que responde a que, pese al gran acompañamiento en la opinión pública, en lo institucional es un Gobierno hiperminoritario; el más débil desde el retorno de la democracia: muy pocos diputados y muy pocos senadores. El margen de Milei para seguir tensionando institucionalmente está bastante acotado”, subrayó.

Un coto
Ante esta situación, el analista indicó que Villarruel hace su juego. “Sin buscar el quiebre, pero de manera bastante directa y muy clara, pone un mojón, un coto al avance del mileísmo. Y señala que ahí hay alguien que está articulando”, destacó. Y añadió que no se trata de un alguien cualquiera. “Proviene de los sectores conservadores de la casta; y está en permanente diálogo con todos los actores de la política y del sector empresario para que, en un contexto de muchísima debilidad, ella funcione como una reserva”, precisó Karamaneff.

Añadió que Villarruel puede hacer eso debido a la condición que ostenta. “Tiene margen; porque, además, si bien pueden hacer explotar la relación, no pueden sacarla. Y eso es también una fortaleza de Villarruel. Y que con este tipo de señales sale a marcarlas. En el fondo, aunque todavía le falta mucho, Milei es un presidente que nace con una gran debilidad institucional; y estas cuestiones no hacen más que señalarlo”, dijo.

El politólogo mesuró que esta situación de debilidad institucional no quita que con el tiempo el mileísmo vaya tomando forma. “Y si es exitoso, acaso en cuatro años cambien la fórmula. Pero todavía la moneda está en el aire; y ambos están construyendo. Y falta mucho. Por el momento, (su tensión con Villarruel) es otro límite que se le impone desde las instituciones”, cerró Karamaneff.