Lo que no se dijo (ni se vio) de la reunión entre el papa Francisco y Milei

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Por Lucas Schaerer

El domingo, bien temprano, en la sacristía de la Basílica de San Pedro, sin la presencia mediática, el presidente Javier Milei dijo en su primer saludo y encuentro personal con el papa Francisco: “Tenemos mucho que hablar”. Estas palabras le quedaron picando en la cabeza al primer Pontífice latinoamericano y jesuita de la historia. Por eso, cuando terminó la ceremonia por la canonización de Mama Antula, la primera santa argentina heredera de los ejercicios espirituales ignacianos, Jorge Bergoglio hizo un gesto fuera de protocolo. Inesperado. Le pidió a su colaborador que lo lleve frente al primer presidente de la historia anarcocapitalista, un liberal extremo, enemigo del Estado y la justicia social.

Francisco: -Te cortaste el pelo

Milei: -Me lo emprolijé.

Fue el primer comentario de Francisco con ácido humor porteño. Lo tiene estudiado. Y la veloz respuesta del león que se viene a comer a las ovejas pero que va perdiendo su melena salvaje, que parece ya no ser el rey de los animales, o en sentido bíblico, el Sansón que sin pelo va perdiendo sus fuerzas, las famosas fuerzas del cielo.

Francisco: -“Gracias por venir, vos que sos medio judío”

Milei: -¿Puedo darle un abrazo?, preguntó

Francisco: Si hijo, si.

reuters

La mayoría de los vídeos fueron editados. Justo cuando Bergoglio dice “judio”. Ese “casi judío” es otro comentario porteñísimo, donde señala lo que todos vimos del novato presidente que había comulgado en la Basílica de San Pedro, es decir comer el cuerpo de Cristo, la ostia o eucaristía, pero que pocos días atrás venía de romper en llanto y abrazado a su guía espiritual, el rabino y embajador en Israel, frente al muro de los lamentos, a las horas, por la noche, festeja entre bailes con más rabinos, y hasta promete al primer ministro israelí y cabeza de la guerra contra Palestina de trasladar la embajada argentina a tierra santa encendiendo las alarmas de armonía religiosa.

El Papa lo trató bien, como a un joven, con chistes, dejó que lo abrazara y lo hizo notar. A la hermana, Karina, la protectora, también dejó que lo bese cuando se lo pidió. Estuvieron bien. Se acercaron con cariño. Al Papa le gustó. Pero agregó otro comentario lapidario que ubica como ve al jefe del Estado argentino: “Gracias por cuidarlo a este”.

Para el Papa jesuita los insultos pasaron. Nunca lo peleó. No es cierto, como dicen muchos comunicadores, que hubo reconciliación entre ambos. El Papa jamás lo atacó. Milei sí, por rendimiento político. Por eso el obispo de Roma en su discernimiento aplicó misericordia y amor. Dos ejes centrales de su vida. Que no solo proclama. Tiene la coherencia de ejercerlas. Sin ver esto no se entiende el llamado telefónico cuando Milei ganó el balotaje. A quien lo atacó, el Papa puso la otra mejilla y se acercó. La Sociedad de Jesús, como se llama originalmente a los jesuitas, la congregación que formó a Bergoglio, tiene principios firmes: el amor, la heroicidad, la astucia y la salvación de las almas. Ante un presidente mesiánico chocar de frente no trae buenos resultados.

Bergoglio sigue creyendo que la fe es un encuentro, un mano a mano, a ello se dedica. No es nuevo. Por eso pertinente recordar un caso concreto de estos tiempos e ideológicamente opuesto a Milei.

Fue con la referente de los derechos humanos, Hebe de Bonafini. La fundadora de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, con dos hijos y una cuñada secuestrados y desaparecidos por la última dictadura militar, lo había insultado y hasta le había tomado la Catedral reclamando por el hambre de los niños, en los tiempos de la megacrisis del 2001. Pero Bergoglio, que durante años había sido calumniado en furibundas y costosas campañas mediáticas como cómplice de los genocidas, fue quien buscó a Hebe. Lo hizo vía distintas personas para invitarla a dialogar en su casa vaticana, Santa Marta, sin protocolo, no en el Palacio Apostólico, como al presidente de origen católico, hoy un poco judío, como el mismo se define. Desde ese encuentro entre el Papa y Hebe que siguieron amigos, con cruce de llamados telefónicos y cartas. La propia Hebe lo contó en su último reportaje con un periodista cara a cara, en un artículo titulado: Hebe de Bonafini: enemiga de Bergoglio, amiga de Francisco.

La miopía espiritual y política

La compasión tiene una fuerza revolucionaria. No va por la venganza. Es lo opuesto. El amor como respuesta a quien me ofendió o atacó. Esto lleva a la astucia política. La fraternidad humana del Papa no es solo un texto titulado como Fratelli Tutti. También lo pone en práctica. Allí su coherencia incomoda.

Milei y su gobierno corrieron a difundir que el Papa avala su política económica. El Vaticano solo difundió un breve comunicado, un clásico de los encuentros con los jefes de Estado, donde solo agrega que el primer ministro y el canciller del Papa hablaron con Milei sobre las guerras y el compromiso por la paz. Lo desalentaron de sumar recursos militares y provocaciones diplomáticas a la tercera guerra mundial en cuotas.

EWTN

Por estas horas se ve y escucha a los mileistas católicos y sus voceros mediáticos, felices como perro con dos colas, creen que el Papa extendió un salvavida para Milei a pocos días de su peor momento, con las derrotas con su delegación de poderes y la llamada ley ómnibus, tanto en el Congreso como con los gobernadores no solo peronistas, y también con los obispos y curas villeros que criticaron la falta de alimentos hacia los comedores y merenderos, como sus ataques o exclusiones de los movimientos populares y sindicales. Por ahora, la calle es otra derrota de Milei, ya que se expresa la bronca popular en las desbordantes movilizaciones en todo el país, a fines de enero (plenas vacaciones de verano) que llevó al primer paro de la histórica CGT, acompañados por otras centrales sindicales como las CTA y del sindicato de la economía popular, UTEP, de origen en los numerosos movimientos populares.

Por otro lado, los antimilei se enojan o se desilusionaron con el Papa por su acercamiento. Ven mal los gestos del Papa. No ven al líder espiritual. Tampoco al líder político que se expresa en los regalos que recibió el presidente argentino. Se quedan en el abrazo y no en las cinco encíclicas que le pidió leer a Milei. Todos textos que están en franca oposición al hiperindividualismo y el sálvese el más apto que pregona el liberalismo extremo o anarcocapitalismo. Vale recordar que a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner en su primer encuentro, el Vicario de Cristo le regaló las conclusiones del encuentro de obispos latinoamericanos.

El llamado “documento de Aparecida”, por la ciudad de Brasil, tuvo como redactor protagonista a Víctor Manuel “Tucho” Fernandéz, uno de los hombres más cercano a Bergoglio que hace pocos meses consagró cardenal y además lo coronó con la responsabilidad del estratégico dicasterio (nosotros llamamos ministerio) Doctrina de la Fe, y a la vez integra otros ocho ministerios vaticanos. Nada menor que el cardenal de extrema confianza de Francisco se acercó, este lunes 11 de febrero, a hablar con los periodistas que aguardaban la salida de Milei del encuentro con el Papa. El cardenal podía haber evitado a la prensa pero fue allí e hizo una declaración de ponderación hacia los curas que viven en los barrios populares y críticos de las políticas de Milei: “Ellos viven dentro de la villa, hay que comprender esas preocupaciones y dolores, esa desesperanza”.

Reuters

“Dios es más grande”. Fue la frase de Bergoglio, desde su silla de ruedas, el domingo desde la Basílica de San Pedro, en respuesta a Milei cuando fue al detalle de las dificultades políticas que tiene su canciller. La respuesta de Francisco no es menor ante una persona que se autopercibe Moisés.

El Papa no cambió. Milei sí: “Reconsideré algunas posiciones y, a partir de ese momento, comenzamos a construir un vínculo positivo”, dijo a un medio italiano el economista ultraliberal a cargo del Poder Ejecutivo argentino.

Desde la mirada política, más mundana, Milei es un opositor a “Su Santidad”, al Evangelio, pero desde el corazón de los seguidores de Jesús es un presidente al que hay que acompañarlo espiritualmente. En la audiencia privada él pidió perdón por los insultos. Jorge Mario respondió: “pecado de chico”.